Cada 14 de febrero , las calles se inundan de globos rojos, osos de peluche y cenas románticas que prometen ser inolvidables. Es el día en que las parejas demuestran su amor, los solteros sienten la presión y las redes sociales se llenan de publicaciones con regalos ostentosos. Pero, más allá de los chocolates y las flores, hay una pregunta que pocos se hacen: ¿celebramos realmente el amor o solo estamos cayendo en una trampa de expectativas y presiones sociales? ¿Realmente celebramos el amor o solo seguimos un guion impuesto?
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¿San Valentín fortalece o debilita las relaciones?
En la era digital, el amor no solo se vive, sino que también se muestra. Si no hay una foto del regalo en Instagram o una historia en TikTok de la cena romántica, parece que no existió. Esto ha llevado a muchas parejas a sentir que su amor debe ser validado por los demás. La presión por demostrar afecto a través de obsequios costosos puede llevar a relaciones basadas en la apariencia y no en la conexión genuina.
Además, las expectativas en torno a este día pueden convertirse en un campo minado emocional. Si un regalo no es lo suficientemente grande o si la sorpresa no cumple con los estándares de las redes, surgen peleas, inseguridades y comparaciones. El problema no es San Valentín en sí, sino el significado que le hemos dado.
¿Es realmente necesario demostrar amor con regalos?
Las empresas lo tienen claro: San Valentín es un negocio redondo. Desde anuncios de perfumes hasta paquetes de cenas románticas, todo está diseñado para que sientas que si no compras, no amas. La idea de que el amor debe ser cuantificable en forma de diamantes, peluches gigantes o viajes de lujo es una narrativa que nos han vendido por décadas.
Pero, ¿qué pasa con el amor cotidiano? Los detalles genuinos, como una conversación sincera, una carta escrita a mano o simplemente pasar tiempo de calidad juntos, no generan ingresos a las grandes marcas, por lo que no se promocionan. Sin embargo, son esas pequeñas acciones las que realmente fortalecen una relación.
¿San Valentín puede ser un día de toxicidad emocional?
Para muchas personas, este día no es de celebración, sino de ansiedad y estrés. Las parejas pueden sentirse obligadas a actuar de cierta manera o a gastar más de lo que pueden para no decepcionar a su otra mitad. Además, quienes están en relaciones tóxicas pueden experimentar manipulaciones disfrazadas de gestos románticos. Frases como “si me amas, deberías hacer esto por mí" o “yo te demuestro mi amor con regalos, ¿y tú?” son comúnmente utilizadas para ejercer control.
Los solteros tampoco se salvan. La presión de encontrar pareja, el miedo a quedarse “solos” y la comparación constante con relaciones idealizadas pueden afectar su autoestima. San Valentín, en lugar de ser una fecha para celebrar el amor en todas sus formas, muchas veces se convierte en un recordatorio de lo que “nos falta”.
¿Podemos resignificar San Valentín?
A pesar de todo, San Valentín no tiene por qué ser un día negativo. Podemos resignificarlo y convertirlo en una celebración del amor real: el que no necesita validación externa, el que se expresa en pequeños detalles y el que no depende del dinero para existir.
En lugar de gastar en regalos superficiales, podríamos enfocarnos en demostrar afecto de maneras más significativas: escribir una carta sincera, preparar una cena casera, disfrutar una conversación profunda o simplemente recordar por qué estamos con esa persona. Y para quienes están solteros, es una oportunidad perfecta para celebrar el amor propio y las amistades que también son parte fundamental de nuestras vidas.
San Valentín no tiene que ser un día de toxicidad ni consumismo. Puede ser un recordatorio de que el amor, en cualquiera de sus formas, es algo que se construye todos los días, no solo el 14 de febrero.
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