¿Y si no es mala suerte? Las 3 carencias de la infancia que sabotean tu vida amorosa

¿Por qué siempre eliges a quien no te elige? ¿Por qué duele tanto querer y no sentirte suficiente? Tal vez la respuesta no esté en tus ex, sino en tu niñez.

Tendencia y Viral
Compartir
  •   Copiar enlace
SOLTERA_PEXELS_Johannes Plenio
CRÉDITOS: PEXELS | Johannes Plenio

Dicen que el amor lo puede todo. Pero cuando te ves atrapada en relaciones donde das más de lo que recibes o repites patrones que terminan hiriéndote, la lógica no alcanza para explicar el caos emocional . Y entonces, un día cualquiera, te preguntas: ¿por qué siempre me pasa lo mismo?

A veces no es lo que haces mal ahora, sino lo que faltó en tu infancia. En esa etapa donde aprendemos —o no— lo que merecemos, lo que es seguro, y lo que significa amar sin miedo. Estas son tres carencias emocionales que pueden estar interfiriendo en tu manera de amar hoy.

Te podría interesar: Herencias invisibles: ¿Pueden los miedos y traumas traspasar generaciones?

¿Tuviste que ser “la fuerte” desde muy chica?

Una infancia donde tuviste que madurar rápido te vuelve autosuficiente, sí. Pero también puede robarte la capacidad de pedir ayuda, de sentirte merecedora de cuidados sin tener que ganártelos.

Si creciste rodeada de adultos emocionalmente ausentes o en caos constante, probablemente te hiciste experta en resolverlo todo sola.

¿El problema? En el amor adulto, terminas atrayendo a personas que también te dejan sola emocionalmente. Porque lo tuyo es demostrar que puedes con todo. Hasta que te rompes en silencio.

“Aprendí a no necesitar a nadie, pero en el fondo muero por que alguien me cuide”.

¿Te acostumbraste a rogar amor?

Cuando el afecto se daba con cuentagotas —solo si sacabas buenas calificaciones, si eras “buena niña”, si no dabas problemas— aprendiste a vincular el amor con esfuerzo.

Hoy, puedes sentir que tienes que hacer méritos para ser amada, como si tu valor no fuera intrínseco, sino una moneda que depende de lo que das.

Esto te hace quedarte en relaciones desiguales, donde tú haces todo el trabajo emocional. O tolerar desinterés con tal de no “fallar” como pareja. Porque en el fondo, lo que buscas no es solo amor: es validación.

¿Te enseñaron que el amor duele?

Quizá creciste viendo a tus padres discutir todo el tiempo o viviendo relaciones inestables. Tal vez aprendiste que amor era sinónimo de drama, celos, rupturas y reconciliaciones.

Esto puede haberte hecho confundir intensidad con conexión. Y ahora te aburren las relaciones sanas, te desespera lo estable, te parece “muy fácil” lo que no duele. Buscas adrenalina, no paz. Porque el caos te resulta familiar.

Lo triste es que, al final, terminas atrapada entre el miedo a estar sola y el dolor de amar como aprendiste: con sufrimiento.

Entonces… ¿se puede sanar?

Sí. Entender tus carencias no es excusa, pero sí la clave para dejar de repetir patrones inconscientes. Reconocerlas es el primer paso para empezar a elegir distinto, sin sabotearte. Porque aunque no pudiste elegir lo que te faltó de niña, sí puedes darte hoy lo que no te dieron: cuidado, amor propio, contención.

El amor sano no siempre se siente como mariposas en el estómago. A veces se siente como calma, claridad y coherencia. Y aunque eso te parezca desconocido, tal vez es justo lo que tu niña interior ha estado esperando.

Te podría interesar: Herencias invisibles: ¿Pueden los miedos y traumas traspasar generaciones?

  • Regional News US
Contenido relacionado
×