Poderoso Victoria un film con alma de jalisciense

El cine mexicano vuelve a entrar en auge con poderosa producción con primeros actores entrañables en pantalla que presentan una historia nostálgica pero evolutiva que envuelve.

Jessica Martin.
Arte y cultura
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poderoso victoria

Poderoso Victoria es la ópera prima de Raúl Ramón quién fungió como director y productor de dicho film, quien se atreve gracias al apoyo de la convocatoria de la comisión de filmaciones del Estado de Jalisco, (FILMA), apoyos del Gobierno de Durango y Nevada, USA; a generar una obra maestra del retrato de la mexicanidad en su justa medida.

Cine mexicano en auge otra vez


La cinta es un homenaje al ingenio mexicano, una gran producción no sólo por la historia inspiradora que cuenta, sino, por los valores de producción, la complejidad, el reparto, la fotografía y paisajes asombrosos de Jalisco, Durango y Guanajuato, lo que sin duda la colocará como una de las grandes producciones del país en la posteridad.

En pantalla, se despliega el talento con primeros actores mexicanos de larga trayectoria nacional e internacional como lo son: Damián Alcázar, Gerardo Oñate, Roberto Sosa, Joaquín Cosío, Luis Felipe Tovar, Eduardo España, Edgar Vívar, Paulino Partida, Alfonso Echánove, Adal Ramones, Javier Zaragoza, entre otros, que en conjunto crean un ambiente mágico de una historia cien por ciento familiar.

La trama de Poderoso Victoria

La historia se desarrolla en el pueblo de la Esperanza, enclavado en el desierto mexicano en 1936. Se basa en Durán, un joven mecánico del ferrocarril que ve truncado su sueño de convertirse en maquinista a causa del cierre de la ruta del tren que conecta su remoto pueblo con la “civilización”, lo que le obliga a enfrentar la disyuntiva de emigrar al vecino país del norte siguiendo el tan llamado “sueño americano” y renunciar a sus raíces, familia, todo lo conocido y al amor de su vida ó ayudar a un pintoresco grupo de pobladores que se resisten a abandonar la tierra que los vio nacer a través de un descabellado plan: construir su propio tren.

Si bien este filme pudiera tener una sola lectura aparente en el que se habla de migración y raíces culturales, también posee un trasfondo mucho más complejo, puesto que refleja la cultura mexicana con sus valores, costumbres, tradiciones y calidez, arrojándonos en primera persona la disyuntiva de practicar el desapego o continuar, los cuestionamientos incesantes antes de decidir por el no saber qué sucederá o las consecuencias de nuestros hechos y ante todo: el valor de arriesgarse por un sueño.

Durán, es el mexicano, no el de antaño, ni el de hoy, sino “el de siempre” un hombre con un corazón cálido que se niega a vivir de rodillas cuando puede morir de pie, que cree y que, si bien, en ocasiones resulta necio puede ser sin duda confiable y entrañable.

Y como reza su publicidad, el largometraje nos recuerda que: lo imposible sólo tarda un poco más.

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