Los términos “perrhijo” y “gathijo” son parte del diccionario de los millennial , que poco a poco va entrando a la generación siguiente, como parte de un entendido de lo que la unión de las palabras “gato” o “perro” con “hijo” dan a entender.
Si bien, pareciera una cuestión extraña, y aún muy discutida sobre que humanizar a los animales también es una forma de maltrato pues atenta a su libertad y puede generarle consecuencias tanto físicas como anímicas para el animal. Mientras otros sostienen que “no pasa nada”.
Fuera como fuere, o se entienda como se entienda, este fenómeno de los “perrhijos” millennial sea extendido a nivel internacional y hoy vamos a intentar entender su porqué.
Las explicaciones que los millennial dan para no tener hijos
La generación nacida a finales de los 80’s hasta más o menos el 96 del siglo pasado es una que ha vivido demasiados cambios juntos, (así como su propia experiencia en una situación casi apocalíptica con la pandemia del COVID19 el 2020 que sin duda nos tomó a todos por sorpresa).
Son la generación del milenio, aquellos que nacieron sin internet pero crecieron de a poco junto con las redes sociales, electrónicos y la innovadora conectividad que rompería barreras tiempo – espacio.
Su creciente conexión gracias al internet los hizo capaces de ser más informados, así mismo, se estima que son la generación con más integrantes que poseen estudios a nivel superior que incluso exceden la licenciatura, pues la gran mayoría tienen maestrías, doctorados, especialidades o cursos complementarios que los ayudan a desarrollar herramientas y habilidades, lo cual, es bueno, no obstante, también es una generación marcada por preferir los viajes, el conocimiento y el redescubrir lo que es o no es el amor romántico, que por “sentar cabeza” pronto, pues la prisa, por los hijos parece no llegarles.
Pero, ¿Por qué no corren hacia la idea de los hijos?
Esto se responde fácil, primero, porque tienen un gran compromiso consigo mismos de entender qué desean y satisfacerlo a fondo y cabalidad, por otro lado, porque es una generación que busca entender a su pareja más allá de un simple plano y encontrar más que “a quién amar”, es “a quién lo ame como es” para devolver ese sentimiento en reciprocidad.
Por otro lado, al estar conectados con tantos países y tener a disposición tanto conocimiento, les ha hecho más conscientes de algunos problemas mundiales como el cambio climático, la sobrepoblación, la necesidad de entender y resolver tus propios problemas psicológicos antes de dañar la vida de otros, etcétera.
Argumentos que si bien, son válidos para los “adultos” o las personas mayores de 40 años, parecen pretextos y un “síntoma” de que no están listos para “tomar responsabilidades” o que “todo lo dejan muy rápido”.
La realidad, es que son una generación que busca crecer en todos los ámbitos posibles, (ya sea solos o acompañados por su pareja y amigos), lo que hace que no busquen comprar un terreno y construir una casa, (que tampoco la situación de liquidez de muchos países y los altos costos de construcción o compra de inmuebles permite, dicho sea de paso), puesto que su meta final es “aprender” y eso podría llevarlos de aquí para allá, son viajeros de maleta ligera que prefieren acumular experiencias y nociones, y esos, (afortunadamente), no se llevan en mudanza.
Eso ha llevado a comprender que tener un niño desarraigado que lleves de un lado a otro como si fuera “souvenir” no es algo que los millennial deseen y por eso optan por perros y gatos, que no sufren problemas de separación, ansiedad por dejar el hogar y los que estarán bien si los dejas más de 10 minutos solos.
Los “perrhijos” y la concepción de los veterinarios al respecto
Los veterinarios llevan al menos 10 años luchando contra la humanización de los animales con personas que visten a los canes, les ponen zapatos, collares, gorras, pañales, vestidos, etcétera, porque esta circunstancia daña la capacidad de movilidad del animal así como perjudica su correcta interrelación con otros pares, cánidos.
Es decir, en medida que al perro lo “refinamos” pierde la habilidad de socializar con otros cuando los ve, lo que ha generado trastornos de ansiedad en los canes o animalitos que desgraciadamente tienen tan “dormidos” sus instintos que cuando se pierden o salen sin querer del hogar, no tienen habilidades para sobrevivir en la naturaleza pues no se saben proveer sustento, alimento o certezas.
Por otro lado, los veterinarios y biólogos han hablado en innumerables ocasiones y conferencias, referente a que el uso de carreolas, bolsas transportadoras y otro sinfín de artilugios dañan la movilidad del perro y atrofian su sistema musculo esquelético provocando problemas de osteoporosis, tumores, reumas, entre otros.
¿Entonces por qué existen?
Porque como decíamos en líneas arriba, los perros y gatos son animales nobles de compañía que siempre te reciben con los brazos abiertos, que representan un vínculo de “cariño” estable e incondicional, que además, te puede acompañar a donde vayas por las tendencias “petfriendly” dejando pocos espacios a donde no puedas ir con ellos.
De acuerdo con Shelly Volsche, una antropóloga social de la Universidad de Nevada, en EE.UU, las personas tenemos el instinto de cuidado y crianza y la suplimos con los “perrhijos”, (cuando pasan de ser un animal de compañía al eje central de una familia o relación), porque nuestro inconsciente siente la necesidad de cuidar de otro ser vivo y ser una figura proveedora.
La búsqueda de otros modelos de familia que no comprometan a los seres humanos a seguir una única manera de vivir, también es una característica millennial que responde al fenómeno con el que conviven diario: una realidad llena de inmediatez, precarización laboral, falta de acceso a una vivienda propia, grandes intereses moratorios, competencia laboral voraz, sobrepoblación, etc. Lo que podría hacernos comprender que la alternativa es incluso una respuesta medianamente inconsciente a que los millennial también quieren criar a alguien o algo, pero son conscientes de que las circunstancias y la economía de sus recursos, (emocionales, afectivos, monetarios y temporales), difícilmente resultan en poder criar un niño o niños con todo lo que ellos quisieran darle de oportunidades.
Así, según Volsche la humanización de los animales es sólo la respuesta a la empatía que la generación tiene hacia ellos mismos y sus pares, al igual que una interacción hacia el deseo de formar núcleos familiares con mayor diálogo y soporte de lo que pudieron tener en espacios más “autoritarios” o con menor “capacidad de discusión”.
Mientras tanto, esto, hay que analizar que cualquier exceso es malo, y si bien, las razones de los millennial podrían o no ser válidas, habrá que tener cuidado de no caer en los extremos que no sólo dañan la psique humana por el apego innecesario o sobre estimado a un animal, sino que, hacen que los perros y gatos sufran trastornos que los vuelvan dependientes de nosotros e incapaces de lo que deberían saber y poder hacer por instinto.
Te podría interesar: NOMOFOBIA - ¿Tú sabes realmente si la padeces?