El pasado 18 de mayo se disputó la última edición del Clásico Nacional entre América y Chivas, en el Estadio Azteca, donde ambos equipos peleaban por un boleto a la gran final del fútbol mexicano. Este encuentro era el de vuelta de las semifinales, después de un empate sin goles en el partido de ida en el Estadio Akron. Todo estaba por decidirse en los 90 minutos restantes, en un escenario cargado de historia reciente, ya que un año atrás Chivas había protagonizado el famoso “Aztecazo”, eliminando a las Águilas en su propia casa.
La revancha estaba en la mente de toda la afición americanista, ansiosa por ganar y mantener viva la esperanza del bicampeonato. Un ambiente de tensión rodeaba el partido, sabiendo que cualquier error podría ser decisivo. El duelo fue muy parejo, con ambos equipos buscando ese pequeño detalle que inclinara la balanza a su favor.
No fue hasta el minuto 60 cuando Israel Reyes, con un potente cabezazo tras un tiro libre, puso en ventaja al América. A partir de ese momento, Chivas se vio obligado a buscar dos goles para revertir la situación, pero a pesar de sus intentos, el marcador no cambió.
Con el silbatazo final, América aseguró su lugar en la final y con ello la oportunidad de luchar por su decimoquinto título de liga, distanciándose aún más de su acérrimo rival, Chivas, en la tabla histórica de campeonatos.
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