Cada familia tiene una receta estrella que sale del anonimato en Semana Santa , y en muchas cocinas mexicanas, especialmente en las costas, la Torre de Mariscos es la reina indiscutible. Alta, colorida, jugosa y atrevida. No importa si es viernes santo o domingo de resurrección, esta torre es un acto de fe culinaria que se construye con paciencia, sazón y mucho amor.
No es sólo comida: es un espectáculo. Una torre de mariscos bien hecha no se come con cubiertos ni con prisas. Se devora con las manos, entre risas, con los dedos manchados de salsa y el corazón contento. Pero, ¿cómo se hace? ¿Cuál es el secreto de su equilibrio y sabor?
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¿Qué mariscos elegir para que la torre no se caiga a la primera mordida?
El primer paso es seleccionar bien los mariscos. La frescura es clave. No hay nada peor que una torre que huele raro. Así que, directo al mercado de mariscos, bien temprano.
- Camarones grandes, ya cocidos o crudos para hervir en casa.
- Pulpo tierno, cocido en agua con ajo, laurel y sal.
- Jaiba desmenuzada (opcional pero deliciosa).
- Callo de hacha o ostiones frescos, si tienes acceso a ellos.
- Mejillones o almejas, si quieres agregar textura.
Llévate de todo un poco, pero con proporción. La clave está en que cada capa tenga equilibrio y no domine un solo sabor.
¿Cómo se prepara la salsa que une toda esta locura de mariscos?
La salsa es el alma. Sin ella, tu torre se cae... en sabor. Necesitarás:
- 1 taza de catsup
- ½ taza de clamato
- El jugo de 5 limones
- 1 cda. de salsa inglesa
- 1 cda. de salsa Maggi
- Chile serrano finamente picado (al gusto)
- Cilantro y cebolla morada picados
- Sal y pimienta
Todo va mezclado hasta que tenga ese balance perfecto entre dulce, ácido, salado y picante. Refrigérala al menos 20 minutos antes de usar.
¿Qué ingredientes extras hacen que tu torre sea inolvidable?
Aquí entra la creatividad. Lo que diferencia una torre normal de una que se vuelve leyenda en tu familia, son los ingredientes “extra":
- Aguacate en abanicos, para coronar la cima
- Pepino cortado en rodajas delgadas
- Jícama rallada o en tiras
- Tostadas o galletas saladas al lado
- Salsa Valentina o Botanera, a discreción
Y claro, no puede faltar el toque final: unas gotitas de limón y un poco más de salsa justo antes de servir.
¿Cómo se arma la torre para que sea visual y estructuralmente perfecta?
Aquí empieza la parte artística. Usa un aro de repostería o un molde de aluminio sin fondo para darle forma.
- Primera capa: Pepino, jícama y un poco de salsa.
- Segunda capa: Camarones y jaiba con cebolla morada.
- Tercera capa: Pulpo y un poco de salsa.
- Cuarta capa: Callo, ostión, y más salsa.
- Toque final: Aguacate en la cima, chilito en rodajas, unas hojas de cilantro.
Presiona ligeramente entre capa y capa. Quita el aro con cuidado. Y voilà, se alza ante ti una torre orgullosa, brillante, lista para la foto... y para el festín.
¿Cuál es el mejor momento para servirla y con quién compartirla?
La Torre de Mariscos es perfecta para compartir en Viernes Santo, cuando las carnes rojas están fuera del menú, pero el antojo no descansa. Ideal para reuniones familiares, picnics junto al mar, o incluso como platillo principal de una comida especial.
Y aunque parezca un plato complicado, su verdadera esencia está en la convivencia. Se prepara entre pláticas, se adorna con sonrisas, y se devora entre carcajadas. No importa si se cae un camarón o se escurre la salsa; eso es parte del encanto.
¿Te animas a prepararla esta Semana Santa? Si lo haces, prepárate para que todos te pidan repetirla el año que viene. Porque en el corazón de esta receta hay más que mariscos: hay historia, hay tradición y, sobre todo, hay sabor.
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