En el siglo IV, el Imperio Romano vivía una de sus épocas más convulsas. La transición entre emperadores traía consigo cambios radicales en la política religiosa. San Marcos de Aretusa, obispo de una pequeña ciudad en Siria, vivió de primera mano la lucha entre el cristianismo niceno y el arrianismo, dos corrientes que se disputaban la interpretación de la fe cristiana.
Cuando el emperador Constancio II, simpatizante del arrianismo, tomó el poder, Marcos siguió firme en su defensa de la ortodoxia nicena. Esto lo convirtió en un enemigo de la nueva corriente dominante, lo que más tarde tendría consecuencias fatales para él.
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¿Por qué San Marcos de Aretusa fue perseguido?
Durante el reinado de Juliano el Apóstata, quien intentó restaurar el paganismo en el Imperio Romano, San Marcos se convirtió en un objetivo. Aretusa, la ciudad donde había servido como obispo, fue testigo de una creciente hostilidad hacia los cristianos.
Tiempo atrás, en su labor como líder religioso, Marcos había ordenado la demolición de un templo pagano. Ahora, con Juliano en el trono, los ciudadanos vieron la oportunidad de vengarse. Lo capturaron y lo sometieron a torturas brutales para obligarlo a pagar por la reconstrucción del templo que había destruido.
¿Cuál fue la mayor prueba de fe de San Marcos de Aretusa?
San Marcos, ya anciano, fue desnudado, golpeado y arrastrado por las calles. Los pobladores, enfurecidos, lo ataron y lo entregaron a un grupo de jóvenes que lo apuñalaron con agujas y lo cubrieron con miel para atraer insectos que devoraran su piel.
Pese a la agónica tortura, nunca renegó de su fe ni cedió a la presión. Finalmente, los mismos habitantes de Aretusa, impresionados por su resistencia y valentía, decidieron liberarlo.
¿Qué podemos aprender de la historia de San Marcos de Aretusa?
La vida de San Marcos de Aretusa es un recordatorio de que la fe verdadera no se doblega ante la adversidad. Su perdón hacia sus verdugos refleja el amor y la misericordia que predicó Jesús.
Hoy, la Iglesia lo venera como santo y mártir, recordando su firmeza y valentía en la defensa de la fe.
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