Durante cientos de miles de años hemos alabado, clamado y orado al cielo en búsqueda de Dios, de ser escuchados en nuestros ruegos y peticiones. Y por eso, no es de sorprenderse que las religiones con más adeptos a nivel mundial comparten algo en común: tenemos un cordón de oración.
Los rosarios en las religiones del mundo
En muchas religiones hay devociones en las que unas jaculatorias se han de recitar un determinado número de veces. En la antigüedad para poder contar el número exacto de plegarias exigidas se optó por formar en una cuerda con tantos nudos como veces se tenía que repetir el rezo.
Así pues, a los objetos de contar jaculatorias les llamaremos “cordones de oración” ya que cada religión tiene el suyo con nombre distinto, con diferente número de cuentas y con distintas invocaciones que recitar.
El Japa o el cordón de oración de la India
Por antigüedad, nuestro camino del análisis de los cordones de oración nos llama al siglo XIII a.C. en la India, donde las referencias del hinduismo se localizan de hace unos 3,000 - 4,000 años; en su lengua (sánscrito), nombraron a su cordón de oración “japa mala” el cual por su etimología procede de la palabra “japa” que significa “murmurar oraciones” y “mala” que se traduce como “guirnalda”; dando en conclusión la traducción literal de: “guirnalda para oraciones”.
Cuando los romanos vieron por primera vez las cuentas utilizadas por los hindúes, se equivocaron al escuchar el “jap” en lugar de “japa”, por lo que al traducirlo del sánscrito pasó de “guirnalda” a “rosa”, lo que trasladado al latín se convirtió en “rosarium” o en inglés “rosary”. Lo que nos podría decir que quizás, el Juzu o Mala pueden haber sido fuente de inspiración para el rosario que hoy utilizan los cristianos y los musulmanes.
En un sentido descriptivo “mala” o “japa mala” es una sarta de ciento ocho cuentas esféricas, generalmente de madera, usada en el hinduismo, el budismo y el sijismo para recitar mantras o el nombre o los nombres de una deidad.
Todos los cordones de oración en Oriente
Este cordón recibe diferentes nombres en oriente: “Juzu/nenju” en japonés, “mala” o “japa/yapa mala” en sánscrito o “Malaby” en tibetano, no obstante, pese al nombre, posee características similares: sus –casi siempre- 108 cuentas y su composición de tres o nueve fibras realizado generalmente en semillas o madera.
La diferencia en la cantidad de hilos en la confección del Japa varía su significado, así pues, si el hilo del Japa Mala tiene tres fibras, simbolizaría la triple joya budista: la meta, el Buda; la doctrina, el Dharma y la comunidad espiritual, Sangha. Mientras que, en el caso en que el hilo contenga nueve fibras, seria en referencia al Buda y sus ocho grandes discípulos, “bodhisattvas”.
El “Mala hindú”, se hace con madera de sándalo o de tulasi, pero puede ser de otra clase de madera, o simplemente de semillas de rudraksha. Llevan un nudo entre cuenta y cuenta, y tras las primeras ocho, se separan atando un hilo entre la octava y novena cuentas hasta formar un total de sesenta a cien cuentas. – Esta es la versión que podemos ver más comúnmente en los seguidores del yoga o diferentes corrientes holísticas que han llegado a Occidente-.
Por su parte, en Japón, las diferentes escuelas budistas tienen diferentes usos para el Juzu, pero uno de los usos principales es para contar las oraciones o las postraciones. También es un símbolo que identifica al que lo porta como alguien que sigue el camino budista. Cada escuela de budismo tiene su propio estilo de Juzu, estos pueden realizarse con huesos, cristales, madera de árbol de Bodhi, corales o cualquier otra cantidad de materiales. Teniendo usualmente ciento ocho cuentas, representando los ciento ocho deseos terrenales.
El rosario japonés
El Juzu Nichiren Shu o cordón de oración japonés tiene 108 en un lazo con cinco borlas, tres de un lado y dos del otro. Además de ciento ocho, hay varias cuentas especiales. Dos cuentas mayores representan al Buda Shakamuni y al Buda Taho. Cuatro cuentas más pequeñas en el lazo principal representan los cuatro Bodhisattvas de debajo de la tierra. El Juzu también representa al individuo. Las borlas representan nuestra cabeza, brazos y piernas. Esto nos recuerda que estamos hechos de ciento ocho deseos.
Hay varios estilos de Juzu usados por Nichiren Shu. Estos estilos varían en las borlas. El primero es usado por los seguidores laicos y tiene cinco borlas con bolas en lada extremo. El segundo es utilizado por sacerdotes y tiene un lazo con adornos sobre las bolas en los extremos. El tercero tiene borlas como el primero, pero son mucho más largas. El tercer estilo es utilizado por los sacerdotes para realizar bendiciones especiales, llamadas bendiciones Kito.
El rosario “mala” tibetano
Mientras que en el “Mala budista” o “malaby”, empleado principalmente en las escuelas tibetanas para la recitación de mantras. Presenta tres divisiones marcadas en las cuentas veintisiete, cincuenta y cuatro y ochenta y uno, dividiéndolo en cuatro partes exactas. Así mismo, tiene una cuenta más grande o “Gurú” que es en donde inicia y termina el “mala”.
Al final de este “Mala” pueden tener una serie de filamentos o dos cuentas, una redonda y una cilíndricas que representan la sabiduría de todos los Budas y la vacuidad de todo fenómeno respectivamente.
De hecho, así como lo veremos más adelante, al igual que otras doctrinas, en la práctica moderna se ha desarrollado un modelo mucho más práctico de cargar denominado “sumeru mala” que es un cordón de sólo veintisiete cuentas que se puede rezar, -reiniciando siempre por la derecha-, en cuatro rondas hasta dar el total de 108 repeticiones.
El sijismo y los rosarios
Avanzando en el tiempo, el grupo étnico “sij” o “sik” seguidores del sijismo, una religión monoteísta que tuvo origen durante el siglo XV en la región de Punjab dentro del subcontinente indio, también emplea una versión del “japa” con dos cordones a la mitad del “círculo” formado por el cordón en cada “extremo” de este.
El término “sij” tiene su origen en la palabra del sánscrito शिष्य o शिक्ष leído “śiṣya” que significa “estudiante” y शिक्ष leído “śikṣa” que se traduce como “instrucción”. Un sij vive de acuerdo con el “Sikh Rehat Maryada” o el código de conducta de los sij. Siendo ésta una rama casi extinta o étnica del hinduismo moderno.
El rosario o “tabish” del Islam
Gracias a la cercanía de las diferentes culturas orientales muchas religiones tendrán similitudes, así pues, una que no se escapa y de procedencia medianamente “cercana” es islam quiénes con el “tasbih” / “masbaha” o “misbaha”, se suman a las religiones o creencias que cuentan con un “cordón de oración”.
En esta oportunidad, su rosario también inspirado en el “mala” de la India, parece ser haber sido implementado primeramente en Irán, desde donde se extendió por el mundo islámico medieval.
Así pues, el “tasbih” en general se trata de un cordón circular de treinta y tres ó noventa y nueve cuentas rematada por una borla, se utiliza habitualmente para practicar el “dikr” o invocación repetida dirigida a Dios. El número de sus cuentas tiene relación con la recitación de los noventa y nueve nombres de Dios, y es también parte de las portaciones de las advocaciones que los practicantes del islam poseen.
El rosario católico
Años después, caminando cada vez más a la “modernidad”, se dá como bien sabemos los orígenes del rosario católico entrelazando tradiciones antiguas de la oración del Oriente y del Occidente cristianos. El rosario tiene sus raíces en el siglo IX, cuando el modo de honrar a María (madre de Jesús) en Oriente comienza a ser conocido en Occidente, compuesto por 150 cuentas y nombrado como “rosarium” (corona de rosas).
En un principio el rosario era recitar los 150 salmos de la Biblia. En los monasterios se solían recitar los 150 salmos, -así como lo hacían los judíos- en el breviario monástico, no obstante, los fieles que no eran sacerdotes ni monjes, al no poder seguir esta devoción -porque en su mayoría no sabía leer, se les enseñó una práctica más sencilla: la de recitar 150 avemarías.
Esta devoción tomó el nombre de «Salterio de la Virgen», -hay que resaltar que hasta el concilio de Trento de 1545-1563, la avemaría era más corto que en la actualidad-.
Fue la batalla de Lepanto -1571- la que causó que la Iglesia católica celebrara una fiesta anual al rezo del rosario, ya que el papa Pío V atribuyó la victoria de los cristianos sobre los turcos a la intercesión de la Virgen María mediante el rezo del rosario.
La fiesta fue instituida el 7 de octubre. Primero se la llamó «Nuestra Señora de las Victorias», pero el papa Gregorio XIII modificó el nombre de la solemnidad por el de «Nuestra Señora del Rosario»
Tradicionalmente, el rosario contemplaba tres series de «misterios». Cada “misterio” se corresponde con un momento determinado de la vida de Jesús y María.
Los lunes y jueves estaban dedicados a los “misterios gozosos o de gozo”; martes y viernes a los “dolorosos” y los miércoles, sábado y domingo a los “gloriosos”.
Hasta el 16 de octubre de 2002, cuando San Juan Pablo II incorporó al rosario los llamados “misterios luminosos” o de luz, -compuestos por el bautismo de Jesús en el río Jordán; la auto revelación de Jesús en las bodas de Caná; el anuncio del Reino de Dios. 4º La transfiguración de Jesús y la institución de la Eucaristía-.
Puede decirse entonces, que en los misterios Gozosos se medita la infancia de Jesús, en los misterios Luminosos su predicación y vida pública, en los Dolorosos su pasión y muerte y en los Gloriosos su resurrección y su gloria.
Así pues, el católico recuerda la vida y enseñanzas de Jesús a través del rosario, mismo que se ha vuelto con el paso de los años parte del indispensable antes de salir de casa. Aun así, pese a la fácil portación del rosario, podría optarse por una versión mucho más pequeña y fácil de usar, como lo son los “decenarios” o denario, que son un cordón con diez cuentas y una cruz, que se utiliza desde hace muchos años como herramienta que “ayuda a rezar y a aprender a orar”, diseñado para rezar durante todo el día: por la calle, en el trabajo, en la escuela, o en cualquier momento libre y que se coloca en la muñeca.
El rosario protestante o “komboskini”
No obstante, como sucede con el paso de los años algunas creencias y corrientes / circunstancias culturales orillan a la transfiguración de creencias, esto pasó entre las iglesias ortodoxa y católica que se separaron definitivamente el año 1054.
Generando en una diferencia notoria en sus rosarios; ya que en que las Iglesias ortodoxas u orientales usan un cordón de oración que en griego llaman “komboskini”, el que se deriva de “Kombo” = nudo y “kini” = cuerda; mismo cordón que en su versión rusa se denomina “chotki” que significa literalmente “cuerda de oración” y en occidente puede ser conocido también como “coronilla bizantina”.
Tradicionalmente se dice que su uso comenzó en tiempos del Abad San Antón y los padres del desierto del siglo IV.
El komboskini es un lazo trenzado de nudos, por lo general realizado con lana y, a veces, con cuentas de madera, que se usa para mejorar el seguimiento del número de rezos en la tradición espiritual ortodoxa. Actualmente los encuentras en sus versiones de diez, veinticinco, treinta y tres, cincuenta o cien nudos y su rezo es una práctica de oración en privado propia de los religiosos greco-latinos, -miembros de las iglesias católicas orientales-.
A diferencia del rosario, el “chotki” es para recitar, por cada uno de los nudos, una serie de jaculatorias que empiezan la oración con el nombre de Jesús, así pues, se dice que los padres del desierto aprendieron este nudo especial a través de la iluminación del Señor al estar tentados y atravesando un “desierto espiritual” de su fe, por lo que su uso implicaba en su principio no solo la jaculatoria, sino también la realización del nudo como una manifestación física del acercamiento a Dios con cada plegaria.
Un tiempo después, en el siglo XVI, la Iglesia Anglicana o Episcopal, se separó de la católica y a partir de ello, se diferenció también en su cordón de oración, ya que el de éstos primeros se compone de treinta y tres cuentas divididas en cuatro series de siete cuentas que tienen “separadores” de cuentas más grandes cruciformes, rematando por una gran cuenta al centro y una cruz.
El número 33 representa el número de años que Jesucristo vivió en la Tierra, mientras que el número 7 alude a la totalidad y está en vinculación con los 7 días de la creación, las 7 notas musicales, los 7 colores del arco iris, etc. Igualmente, las 4 cuentas cardinales, -cruciformes-, conforman, al mismo tiempo, una cruz.
En 1517, la doctrina luterana, -algunos elementos centrales de las propuestas de Martín Lutero, además de en las noventa y cinco tesis del manifiesto colocado en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos de Wittenberg el 31 de octubre de 1517-, giraría en torno a la idea de que la Biblia es la única autoridad en materia de fe para la Iglesia y en la necesidad absoluta de la gracia de Dios para que el hombre, mediante la sola fe en Cristo y el Evangelio, pueda ser salvado por Dios en un acto de conversión interior. Motivo por el cual, se separaría de la Iglesia Católica, conservando un rosario muy similar, que sólo variaría en su método de rezo añadiendo la “doxología” –diferenciada del Credo y del “Gloria al Padre”-, las oraciones por “inspiración” desde el corazón, la Ave María pre-Trento, parte del Magníficat, y la alabanza evangélica de Martín Lutero a la Madre de Dios.
El rosario irlandés
Finalmente, entrados en el 1600 se crea el rosario irlandés, -una derivación del denario católico-, que es un decenario que fue usado en Irlanda en la época en que los objetos religiosos fueron prohibidos, -en la rebelión irlandesa del siglo XVII por ahí de 1641 por los atentados entre la corona inglesa, escocia e Irlanda y su diferencia de corrientes entre católicas y protestantes-. Esta modalidad del rosario era fácil de esconder y permitía a los devotos católicos orar con menos temor de ser sorprendidos, ya que en vez de la decena cerrada como el católico es una tira larga que inicia en un aro y concluye en una cruz.
El crucifijo tiene varios símbolos de la Pasión: un martillo para los clavos de la cruz, un halo o nimbo para la corona de espinas, una jarra simbolizando la Última Cena, cordones que recuerdan el azote de Jesús atado a la columna, la lanza usada en el Calvario, un gallo y una vasija para ilustrar una temprana leyenda apócrifa referente a Judas, el traidor; y tres clavos usados para la crucifixión. Además, pequeñas marcas a lo largo de la cruz a manera de escalera evocan la usada en la crucifixión entre otros objetos alegóricos a la escena del Gólgota.
El rosario irlandés se rezaba ocultando el crucifijo en las mangas o la palma de la mano, el aro o anillo se coloca en el dedo pulgar mientras se reza la primera decena del rosario; terminada esta, se ubica el anillo en el próximo dedo (índice) y se reza la segunda decena, y así sucesivamente hasta terminar las cinco decenas del rosario.
Con todo lo anterior, no se puede determinar de forma precisa si el rosario católico y sus decenas o el “japa” versionado en su “sumeru mala”, fueron influencia cercana del “komboi / komboloi” o rosario griego, puesto a que aún con sus similitudes al estar hecho sobre un hilo encerado o cuerda con cuentas de materiales orgánicos, minerales o metales con un “sacerdote” (παπάς) y un “escudo” (θυρεός), como las cuentas y cruz finales de los denarios, tienen una principal y fundamental diferencia: Los griegos no lo toman como símbolo religioso, sino como un accesorio que permite meditar y concentrarse sin un fin espiritual.
Los cordones griegos para meditar
Pese al anterior funcionamiento otorgado, en griego moderno, la palabra κομπολόι deriva de κομβολόγιον < κόμβος “nudo” + -λόγιο “colección”. Que suele referir a la frase σε κάθε κόμπο προσευχή λέω, “en cada nudo digo una oración"- κόμπο “nudo"-λέω “decir” > κόμπο-λέω > κομπολόι. Esta etimología concuerda con el hecho de que κομπολόι evolucionó desde κομποσκοίνι, la palabra griega para la “tira de plegarias”.
El “komboi” es una tira de treinta y dos centímetros con una estructura que tiene un número impar de cuentas que en su mayoría oscila entre las diecisiete y las veintiuna cuentas, con una “cuenta salida” que ata los dos extremos del “kombolói” de los que sobresale una decoración colgante, -hamsa, nazar, ojo turco u otro según su diseño-.
El impacto de los rosarios en las religiones del mundo
Ocho grandes rosarios, tres religiones y un sinfín de culturas, casi 4,000 años de historia del ser humano y un solo hito común: una cuerda de oración. Y es que, sin duda, las grandes religiones comparten la costumbre de repetir el nombre de Dios.
Según Mario Onieva, herudito investigador de antropología y sociología, y además Comisario de la exposición “Nama Japa Mala” que se inauguró en abril del 2010 y estuvo expuesta hasta casi finales de ese año en el Centro Cultural Ibercaja de México; el “mala” hindú fue el (…) “precursor hace entre 3,000 – 4,000 años del rosario que luego adoptarían el budismo, el islamismo y sería traído al occidente en Europa y América por los musulmanes”. (Aragón Zaragoza, G. “Nama Japa Mala” nota del Heraldo de México. 2010).
Cada gran religión a través del mundo ha buscado su manera de organizar las jaculatorias para los fieles, de acomodar el dogma de fe en un estilo de vida, pero ante todo de llevar a Dios al día a día en un objeto tangible que le recuerde al portador no sólo orar, sino mantener viva la esperanza de un mejor mañana, de un bien hecho en el presente y la promesa de un descanso eterno en manos del todopoderoso creador y con aquellos que en vida amamos – o reconocimos-.
No importa cómo se llame el cordón de oración, cuándo se inventó o dónde estuvo primero, lo vital es la enseñanza del amor y la conexión con Dios desde la contemplación, el silencio y el reconocimiento de que sí, quizás uno es finito y efímero en un mundo cuasi sempiterno, pero nuestra huella estará escrita en los anales de la historia y labrada con el amor y fe que hayamos obrado.
Recuerde que no es sólo repetir incesantemente palabras que cada religión asume como sagradas, es el depositar en ellas la creencia absoluta de su realización, la entrega en manos del creador y la advocación total a trabajar con empeño cada día para que el milagro sea una realidad.
“No se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la vida humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo”.
-Leon Tolstoi.
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