Retroinfancias de los 90’s: Cuando la diversión no venía con WiFi

¿Recuerdas cuando el patio era la consola, y la imaginación el mejor joystick? En los 90’s, ser niño era sinónimo de aventura sin cables ni pantallas táctiles. Esta nota es un viaje nostálgico por aquellos juegos que marcaron a toda una generación.

Arte y cultura
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En los años 90, las tardes no empezaban con una notificación, sino con el grito de algún amigo desde la banqueta. Salir a jugar era una obligación no escrita: el barrio era el tablero y nosotros, los protagonistas. No existía mejor plan que terminar la tarea rápido para que nos diera tiempo de jugar a la roña, a la escondida o al eterno bebeleche. Era una época donde los juegos no requerían batería, y la única pausa era cuando mamá gritaba: ¡Ya métete!

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¿Quién no se sintió héroe con un yo-yo o una resortera?

Había juguetes que tenían estatus legendario. El yo-yo, con su brillo plástico y su cuerda indomable, era símbolo de habilidad. Algunos intentaban trucos imposibles como el perrito o la estrella. Y si eras más rebelde, seguramente portabas una resortera hecha a mano, armada con ligas, madera y sueños de justiciero.

El trompo también fue rey del recreo: aquel que lograba hacerlo bailar en la cuerda era automáticamente el líder de la cuadra. Cada rasguño en las manos era una medalla de honor, y los retos entre amigos podían durar horas.

¿Y si llovía? ¡Juegos de sala y mil risas garantizadas!

La lluvia nunca fue excusa. Cuando no podíamos salir, la diversión se colaba por debajo de la puerta. Armábamos fuertes con cobijas y sillas del comedor, jugábamos a la tiendita con tapas de refresco como monedas, o nos pasábamos horas con Serpientes y Escaleras, Lotería y Uno. El clásico Adivina quién desataba batallas épicas y preguntas muy sospechosas: “¿Tu personaje tiene cara de sospechoso?”. Spoiler: todos tenían.

¿Qué papel jugaban las caricaturas y los tazos en esta fiesta?

Los recreos no solo eran físicos. Las caricaturas como Los Supercampeones, Sailor Moon o Dragon Ball nos inspiraban historias propias, que después replicábamos en el patio. El patio era nuestro anime, y la mochila nuestra caja mágica. Los tazos eran moneda de cambio, y el que tenía uno holográfico o metálico, era básicamente un magnate del recreo.

¿Por qué estos juegos dejaron huella tan profunda?

Quizá porque nos enseñaron a crear, a socializar, a resolver conflictos sin chats ni emojis. Los juegos de los 90’s eran experiencias completas: físicas, emocionales, sociales. No necesitábamos gráficos HD ni tutoriales de YouTube, solo un poco de sol y muchos amigos.

De regreso al pasado... sin necesidad de máquina del tiempo

Hoy, mientras celebramos el Día del Niño, vale la pena mirar atrás y recordar que la felicidad también cabía en una caja de canicas, en una ronda de Doña Blanca o en un "¡Uno, dos, tres, por mí!”. Quizá ya no juguemos igual, pero cada recuerdo sigue vivo, como una sonrisa que nunca se apaga.

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Niñas y niños ya olvidaron los juguetes tradicionales

[VIDEO] Actualmente, los niños y niñas ya no piden los juguetes tradicionales, pues ahora buscan juguetes con grandes tecnologías.

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