La torta ahogada: Un ícono jalisciense que nació por error

¿Sabías que la torta ahogada surgió por accidente? Este platillo tapatío es mucho más que pan y salsa; es una historia de tradición, sabor y orgullo jalisciense.

Arte y cultura
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TORTA AHOGADA_X_@KiwiLimon
Créditos: X| @KiwiLimon

Un accidente que se convirtió en un ícono

Cuenta la leyenda que hace décadas, en las calles de Guadalajara , un humilde vendedor de lonches sumergió por error un birote en una salsa de jitomate. En lugar de descartarlo, decidió probarlo y el resultado fue un festín de sabor inigualable. Así nació la torta ahogada, un platillo que con el tiempo se ha convertido en símbolo de la gastronomía tapatía.

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¿Qué hace única a la torta ahogada?

No es solo un lonche con salsa. La clave de la torta ahogada está en su pan: el birote salado, una pieza horneada con una corteza crujiente y una miga densa que evita que se deshaga en la salsa. Su relleno tradicional es carne de cerdo en trozos o deshebrada, aunque hoy en día existen versiones con camarón, pollo y hasta mariscos.

Pero lo que realmente distingue a este manjar es su salsa: una mezcla de jitomates bien sazonados con especias que aportan un toque dulce y ahumado. Y para los amantes del picante, la salsa de chile de árbol es el toque final que define si la experiencia será solo intensa o realmente explosiva.

¿Cómo evolucionó la torta ahogada con el tiempo?

Aunque nació como un antojo callejero, la torta ahogada ha evolucionado hasta convertirse en un platillo gourmet en algunos restaurantes. Sin embargo, la esencia sigue siendo la misma: un platillo accesible, delicioso y con identidad propia.

Actualmente, en Guadalajara y sus alrededores, existen puestos y locales que han pasado la receta de generación en generación, asegurando que el sabor auténtico no se pierda. Incluso se han creado festivales dedicados a este ícono culinario, donde se pueden encontrar desde versiones clásicas hasta innovaciones que desafían la tradición.

¿Cómo se come correctamente una torta ahogada?

Los tapatíos saben que no hay forma de comer una torta ahogada sin ensuciarse. La tradición dicta que se debe tomar con las manos y disfrutar cada bocado sin miedo a la salsa que escurre entre los dedos. Para muchos, la mejor compañía de este platillo es un vaso bien frío de tejuino o agua de horchata.

Más que comida, una tradición

La torta ahogada no es solo un platillo, es una experiencia que conecta a los jaliscienses con sus raíces. Ya sea en un puesto callejero o en un restaurante de lujo, este manjar sigue conquistando paladares y manteniendo viva su historia. Así que la próxima vez que pruebes una, recuerda que no solo estás comiendo, sino saboreando un pedazo de la cultura tapatía.

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