Las tradiciones más locas, raras y exóticas del mundo para una boda

El amor flota en el aire y es que muchos se comprometieron antes de acabar el año, algunos otros aprovecharon la Nochevieja y la Víspera de Año nuevo para dar ese tan ansiado “sí” y unos más, por temas de pandemia, presupuesto y demás, pensaron en “atar el nudo” este 2022, así que sea por el motivo que sea, quizás te preguntas: ¿Cómo hago mi boda diferente ?

Bueno, pues dimos la vuelta al mundo en menos de 80 días, es más, como en 24 horas y resumimos para ti las mejores tradiciones que puedes agregar a tu boda, ya sea por influencias de herencia y parentesco o simplemente porque te gustó... Y puede que si te estás quejando de alguna tradición veas, que quizás no está tan loca como las que te contaremos.

Quizás no lo sabías, pero en el antiguo país de Egipto es donde se origina la tradición del ramo de la novia, ahí las mujeres a punto de casarse cargaban consigo hierbas aromáticas ya que se suponía que ese bouquet servía para alejar malos espíritus y dar buena fortuna a la unión.

Además, como una “ayudita” las mejores amigas de la novia deberán pellizcarla para “desearle buena fortuna”, ¿vaya manera, no?

En el lejano país de las especias, la tradición y la religión son bastiones de fortaleza y cultura, así que no es de sorprenderse que esto siga en las uniones sacramentales modernas, un ejemplo es “la ceremonia de la henna” o “Mehndi”, en ella un artista pinta sobre manos, brazos, pies y tobillos de la novia intrincados dibujos, mandalas y palabras en árabe.

Un detalle especial es que esconden el nombre del novio entre los tatuajes y si él lo encuentra es una prueba de que “estaban destinados a unirse”.
Esta especial noche se corona con el rito sacramental de la boda donde la novia lleva rojo y dorado en saris y lehengas.

¡PERO CUIDADO! Que en este bello país, no serás casadera si tienes a Marte y Saturno en la séptima casa en la fecha cuando naciste, ya que a esas mujeres se les conoce como”mangliks” o aquellas que sufren del “mangal dosha” una supuesta maldición que dice que será un matrimonio triste y el marido podría hasta morir.

Pero para todo mal mezcal, digo, para todo mal una solución, y es que si realizas un “kumbh vivah” es decir una ceremonia de boda donde la novia se casa con un árbol ficus que representa al dios Vishnu se podrá romper la maldición. ¿Qué loco, verdad?

Los marroquíes parecen echar la casa por la ventana en su boda, pues no es uno sino tres días los que celebran partes de la ceremonia, el primer día, la novia disfruta de un baño purificante junto a sus amigas y familiares, mientras que el segundo día participan en un ritual de protección, en el que su cuerpo se llena de tatuajes de henna en donde además de diseños tradicionales como en el “Mehndi” también suelen añadirse pasajes del Corán.

Y finalmente el “plato fuerte”, la ceremonia, se realiza a mediados del tercer día, cuando la novia llega cargada en un palanquín por los hombres de confianza del novio, en este rito se comen dátiles y se bebe leche, posterior a ello se hacen las oraciones necesarias y se procede a una fiesta que podría durar de cuatro a siete días…

Los miembros de la etnia de “Tujia” y en regiones específicas de China, (particularmente en Szichuan), rememoran el periodo del “Sengoku” o la época feudal de ese país cuando la madre de la princesa Zhao entrega a su hija en matrimonio y rompe en lágrimas por el momento de felicidad, (único de paz en la época de Reinos Combatientes). Se dice que las lágrimas de esta madre “limpiaron” el camino de los novios y por eso fueron prósperos.

A partir de ahí, las novias más tradicionalistas o que provienen de familias así llorarán por un mes durante una hora diaria antes de la boda. Pero eso no es todo el mes se dividirá en tres partes, don la novia llorará sola por 10 días, luego para los siguientes días llorará junto con su madre y para la última decena llorarán abuela, madre y novia.

Y si de etnias hablamos los “Yugar” acostumbran que el novio lance tres flechas, (sin punta, por aquello “del no te entumas”), a la novia, para después romper el arco a la mitad, recoger los pedazos, destrozar las flechas y besar a su mujer, porque se cree que así “su amor durará contra cualquier adversidad”.

Ah, pero esto no se acaba hasta que se acaba, porque en otras regiones, las damas de honor ponen pruebas y obstáculos al novio durante la mañana de la celebración para que este “demuestre su valor”.

Pero no todo tiene que ser tan dramático, en China también hay tradiciones menos complejas, como por ejemplo, en ese país se acostumbra que la novia se cambie tres veces: tendrá un vestido para la ceremonia, (usualmente rojo con capa y con un peinado de gran altura); después uno nuevo para la cena, (que en la actualidad podría ser blanco en una función “occidentalizada” o del color de preferencia), y uno más de estilo de gala para la fiesta… ¿Baratísimo, verdad?, ¿Será que el peinado sobrevive tanto cambio?

Parece que Asia tiene otro concepto del dolor y placer, así como de la purificación, porque en Corea del Sur, el novio es atado por los tobillos a una silla antes de ser golpeado en los pies con pescado seco o hasta un bastón de madera por amigos, familiares y varones cercanos… Y si el reto quedaba chico, se le suma que los hombres le podrán hacer toda clase de preguntas al novio que deberá responder bien para demostrar fuerza, carácter, inteligencia y nobleza.

Es un “adivina quién” medio violento, pero, con los años se ha suavizado dura apenas unos minutos y ya procuran golpear a modo de juego con cosas inofensivas como servilletas de tela.

Los miembros de la etnia tidong, en Borneo, la luna de miel no es el “tan idílico” momento que conocemos de conexión en pareja, mimos, arrumacos y viaje, no señor, inicia con una travesía compleja y de lo más vigiladas, porque por tres días con sus noches, los recién casados estarán en casa bajo estricta vigilancia de los parientes y verán que ninguno de los dos vaya al baño en este tiempo, por ello, no deberán de comer ni beber más que lo indispensable en estas 72 horas…

Acabado esto, podrán volver a la normalidad ya que se “habrá garantizado” que el matrimonio, su amor y su devoción por el otro lo puede todo, augurando felicidad conyugal, salud a los hijos y prosperidad en sus proyectos.

En este país las bodas de la tribu masai se caracterizan por centrarse en la novia, lo que si bien podría parecer inofensivo, culturalmente puede ser un poco chocante, ya que, antes de salir del “nido” de los padres, la futura esposa deberá recibir ser rociada o escupida con leche en la cara o en la cabeza como “felicitación” y “buen augurio” de parte de su padre y los ancianos de la tribu.
Si bien, suena incómodo, en ese país es una muestra de respeto y una bendición a toda regla, (incluso se le escupe a la cabeza a los bebés al nacer).

Aquí nadie se casa en sábado, (por el “shabat”), ni en días festivos, religiosos, pascua o en las tres semanas posteriores al verano, pues el Judaísmo prohíbe este acto, así mismo, no se puede establecer la fecha de una boda en diciembre sino hasta que la primera mitad del ciclo lunar esté en su apogeo, ya que simboliza “el crecimiento de la felicidad y prosperidad” de la joven pareja.

Y si esto no es todo, en la boda se acostumbra que el novio tire en un saquito de tela una copa y la pise para aludir que la felicidad humana es frágil, pero aun así se debe sobrevivir a ello; así mismo, en la celebración se estila subir a los novios en sillas y bailar con ellos a cuestas, dando giros, piruetas y vitorees.

Esta es de las tradiciones más ligeras y cómodas, ya que aquí cuando la familia del novio llega, las amigas y mujeres en la familia de la novia les aventarán pétalos o flores conforme entran, como una forma de demostrar aceptación y cariño a la nueva extensión de la familia, incluso se le pone una corona de flores o collar al novio por el mismo significado.

Este país concuerda con la tradición occidental del vestido blanco, ya que según el budismo en su rama “Shinto” el kimono para la novia debe ser blanco, para representar pureza y virginidad, llegando incluso en la antigüedad a pintar de blanco la cara de la novia, quien puede o no llevar una capa roja con dedales dorados, lentejuelas o conchitas de mar que darán “prosperidad, alegría y abundancia” a la unión.

Además, no sólo es eso, sino que en la ceremonia de unión presidida por un monje budista los novios estarán solos o acompañados exclusivamente del sacerdote y deberán tomar 9 copas de sake en el tradicional “san san kudo”, es decir “tres tres nueve” ya que el 9 es la repetición tres veces del número sagrado, (el 3), y eso traerá felicidad.

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